martes, 21 de agosto de 2007

II° Encuentro

(Este es el resumen de uno de los 10 grupos que trabajó durante la primer parte del 2do encuentro del seminario)

Comenzamos haciendo un comentario del texto de Chatelet (que fue, de los dos, texto que se había leído mayoritariamente). Lo primero que salió fueron dos cosas: la primera es que el texto para aquellos/as que decían no venir de Filosofía, se les hizo complicado la comprensión del artículo. La otra cuestión que apareció fue la impresión de que el texto no parecía sostener una propuesta concreta, que servía para problematizar pero que no se entendía bien a dónde iba. A algunos otros y otras sí les parecía que el texto tenía una propuesta clara y que iba por el lado de concebir una historia de la Filosofía en clave materialista histórica.
Después de estos comentarios pasamos un poco a analizar el texto mismo, a partir de la pregunta que recorre el texto: indagar cuál es el sentido que le podemos dar a los autores del pasado. Aclaración necesaria: en consonancia con la intención de la unidad introductoria no seguimos el texto detalladamente sino que fuimos abordando el texto tanto desde el punteo que figura en el programa como de los comentarios que podíamos hacer nosotros/as mismos/as en torno a las problemáticas planteadas. Específicamente abordamos el segundo punto de la unidad introductoria: Crítica a la «actitud universitaria».
Lo primero que salió fue decir que, si bien el texto quedaba abierto respecto de una propuesta específica, sí presentaba una crítica radical respecto de la producción universitaria en torno al modo en que se relaciona la academia con el pasado: eclecticismo, eternismo o progresismo. Se señaló también que en la producción académica hay una manifiesta exclusión de la materialidad. En este sentido la academia negaría su sustrato material. Entre otras cosas se señaló la falta de consideración por parte de la organización académica a la situación laboral y que la UBA en particular pretendía un desempeño como si fuera materialmente europea. Acá se dio toda una discusión respecto a qué llamábamos materialidad. Es decir, si es solamente en referencia a cuestiones estrictamente económicas o si refería a cuestiones un poco más amplias. Hicimos una referencia al texto de Chatelet en este sentido, cuando se precisa que con materialidad se refiere no solamente a las cuestiones económicas, sino también a las relaciones sociales, naturales y simbólicas que se establecen en un determinado campo. En todo caso, habría que ver cuáles son las condiciones materiales (en este sentido que le da Chatelet) en que se produce conocimiento en la academia. En concreto, nos preguntábamos si los problemas de la academia son exclusivamente económicos o no. Si con un mero aumento presupuestario está todo solucionado o si hay problemas que no son exclusivamente presupuestarios.
En torno a esta indagación sobre las condiciones materiales generales en que producimos conocimiento, se hizo una referencia, más bien una contraposición entre la apuesta del seminario y el modo en que solemos cursar. La idea consistía en que en este seminario nos estamos relacionando desde nuestra propia materialidad, es decir como gente que habita un espacio en común y no solamente como meros profesionales aislados de nuestra cotidianeidad. Se señaló también que el modo en que nos relacionamos en las cursadas tiene un fuerte sesgo de competencia, cuestión que no solamente se ve entre docentes que compiten por cargos y acumulación de valores simbólicos, sino que también esta competencia se reflejaba en los/as estudiantes. Se señaló también el marcado tinte clasista de la academia (no todos/as accedemos a los saberes que produce la universidad y en ese sentido ya se instala una diferencia de saber respecto de lo que sucede fuera de la academia). A esto se respondía que la Filosofía tenía que ser algo más que mera sed de saber.
En este punto ya la pregunta que nos hacíamos era más amplia. A la indagación de cuáles eran nuestras condiciones materiales actuales en la academia, se agregó cuál era nuestro vínculo con la sociedad. En este sentido, dos compañeras de Antropo señalaron la inexistencia del trabajo de campo en la carrera. Otras preguntas iban orientadas a cuál era nuestro vínculo con la sociedad, si de mera concientización o si quedaba alguna otra alternativa. Y en el caso de Filosofía en particular, qué significaba la Filosofía práctica.
En este punto surgió la idea de que había que evitar el encierro. Pero inmediatamente se señaló que esta idea de salida implicaba dejar en pleno funcionamiento el dispositivo académico, que de esta manera no se producía ningún tipo de ruptura. En esta última línea se sostenía también que había que tener cuidado con esta separación que se hacía entre el adentro y el afuera. Recuperando un poco algunas cosas que se decían en el cuadernillo La carrera de Filosofía y sus tareas de legitimación, se dijo que, después de todo lo que producía subjetivamente la universidad no era algo tan distinto de lo que se produce en el resto del ámbito social. En este sentido, la academia sí es útil a la sociedad y que el tema no sea, tal vez, el de establecer el vínculo sino el de transformar la relación que se establece entre la academia y la sociedad. Es decir, la mediación entre la academia y la sociedad sería la de proveer profesionales altamente formados que van a competir en el mercado laboral y que esto sería lo que habría que transformar.
Acá se produjo un contrapunto interesante, porque algunas/os decían que sí había distancia entre la academia y el afuera, y que no era lo mismo habitar la academia que dar clase en sindicatos o bachilleratos. Otra intervención afirmaba que el hecho de dar clase o de participar políticamente de espacios extra-académicos, justamente, lo que evidenciaba o lo que permitía pensar era el velo que suele interponer la academia entre la política y su quehacer específico. Es decir, estas intervenciones por fuera de la facultad permitían pensar que la academia siempre hace política solo que encubre esta actividad a través del discurso academizante. Y que acá se encuentra la ruptura, cuando es posible derribar el velo que la academia teje sobre cualquier horizonte político de nuestra actividad académica.
Un compañero propuso un texto de Heidegger para pensar algunas de estas cuestiones. Parece que en este texto Heidegger analiza lo que llama el fin de la Filosofía a manos de la ultra especialización del conocimiento y cómo con el advenimiento absoluto de la técnica la filosofía se trasforma en mero intercambio de información. Según Heidegger se produjo una diversificación de la filosofía en técnicas científicas que imposibilitan todo pensamiento. Otro compañero aventuró la idea de que era necesario producir otra estructura académica que nos sea útil de acuerdo a nuestras propias condiciones materiales. A esta altura y en consonancia con las últimas intervenciones, se propuso que un modo de intervenir políticamente en el modo en que se produce conocimiento en la academia es modificar la lógica de cursada, signada por la organización claustral, feudo catedralicio mediante, la diferencia tajante entre docentes que saben y alumnos que escuchan, etc. Acá hubo otro contrapunto. Otra compañera decía que había ciertos problemas que excedían a la facultad, problemas de financiamiento, etc. y que la alternativa era adaptar a la academia a las necesidades sociales. Se afirmaba también que una modificación tajante de la estructura universitaria podía llevar al desnivelamiento del rendimiento académico. Por otra parte se decía también que no se le podía pedir peras al olmo, es decir, no se le puede pedir a la academia que produzca otra cosa que lo que produce, que esa es justamente su especificidad. A esto se respondía que la estructura académica también la hacemos nosotros/as, y que no podemos ver a la academia como algo externo a nosotros/as mismas/os.
Por último se dijo que había que analizar qué produce la academia y que había que tener mucho cuidado con la dicotomía academia/contra academia porque podía tender a naturalizar una estructura que sostenemos entre todos y todas.

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